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LA OTRA MEMORIA

LOS MARXISTAS ESPAÑOLES A LAS ÓRDENES DE LA URSS

LOS MARXISTAS ESPAÑOLES A LAS ÓRDENES DE LA URSS

Resulta sorprendente que un autor, reconocido marxista como es Antonio Elorza, publique un libro muy crítico sobre la Internacional comunista. No hay constancia de que haya abandonado su marxismo, pero podría caer en algo habitual de tantos marxistas como es el utopismo.

Existe una contradicción entre aquellos que hacen apología del marxismo como conocimiento científico y reservan despectivos calificativos de utópicos y anticientíficos a los que discrepan de la teoría marxista. Pero en esos pretendidos científicos, se suele dar la paradoja de estar inmersos en la utopía.

Desde la existencia de la Unión Soviética, incluso desde antes de la revolución bolchevique de 1917, viene repitiéndose que las aberraciones producidas por los sistemas marxistas leninistas al alcanzar el poder son consecuencia de un desviacionismo doctrinal. Ya Kautsky y Plejanov criticaban el sistema impuesto por el bolchevismo triunfante, acusándolo de desviacionismo del marxismo puro. Invectivas poco fundadas, al igual que las de Rosa Luxemburgo, pues gracias a que Lenin utilizaba el marxismo como una guía para la acción, y no como un catecismo dogmático, pudo hacerse realidad el sistema político más totalitario e inhumano de la historia.

Pero después, incluso leninistas puros ejecutados en gran número y otros exiliados no señalaban al sistema como causa de los males. Sería Stalin quien se hubiese desviado del marxismo-leninismo. Trotsky acusaba a Stalin de infiel a las esencias marxistas, como antes Lenin era acusado por Kautsky o Bernstein. Posteriormente, Mao Tse Tung acusaba de traición y desviacionismo a Liu Shao shi, Kruschof lo haría con Stalin, Breznev con Jruschof, etc.

Parece que el ideal marxista no se hace realidad nunca. Dan igual los crímenes de Pol Pot, que las aberraciones de Kim Il Sung. Los sufrimientos sin cuento no son debidos a la maldad intrínseca del sistema, sino a su equivocada aplicación. Los apologistas del rigor científico y de la corrección del pensamiento de Marx, nunca encuentran realizado su Estado ideal. ¿Acaso no debe calificárseles cuando menos de utópicos?

Dicen Elorza y sus colaboradores que la apertura, posteriormente sólo rendija dificultosa en extremo, de los archivos de la hoy extinta Unión Soviética especialmente entre 1992 y 1995, ha supuesto un paso decisivo en la investigación histórica de la Internacional. Discrepo en parte de tal argumentación. El actual conocimiento de la subordinación a la Internacional no ha resultado tan innovador como se supone.

La biografía desmitificadora de Lenin, realizada por el general Dimitri Volkogonov, causó asombro y sensación entre los rusos, pero el asombro no ha sido tal en Occidente. La biografía de Volkogonov, aporta datos complementarios esclarecedores, como puede ser el papel de Inessa Armand en la vida de Ilich, por citar sólo un aspecto. Pero los datos aportados por Fisher, Walter, Betizza, Wilson, Vlam, Villemarest, etc., ya ofrecían una perspectiva muy completa.

Con ocasión de la apertura parcial de los archivos de la antigua Unión Soviética, algunos escritores marxistas, admiten lo que hasta ahora era en gran parte ampliamente conocido. Pero para ellos parece que sólo la evidencia de las fuentes originales confiere verosimilitud a lo que había sido divulgado por historiadores imparciales.

Recoge Elorza (pág. 109) cómo, dentro de la concepción militar imperante en la Comintern, el papel del delegado o del representante consistía en garantizar la actuación del partido local según las instrucciones recibidas. Pero esto ya fue dicho por Krivitsky en 1938. E incluso, anteriormente, por uno de los hombres que mejor conoció el leninismo y stalinismo desde dentro, Boris Suvarin.

Dolores Ibarruri -homenajeada incluso por el Pp en la España de 1999- muestra su inenarrable entusiasmo ante los logros y las manifestaciones exteriores del bolchevismo en Moscú en 1933 (pág. 185).

Un hombre clave en la presión de la Comintern sobre el partido comunista español, Victorio Codovila, fue el transmisor de la orden de sustituir el ataque hacia el «socialismo burgués renegado y cómplice del imperalismo», por la «unión antifascista» concretada en el Frente Popular, siguiendo las consignas de Dimitrov. Noticia exacta, pero no inédita: son numerosas las obras publicadas sobre la subordinación de los partidos comunistas nacionales, entre ellos el español, a las órdenes emanadas en última instancia no del Politburó, sino de Stalin.

La maniobrabilidad bien demostrada de «Ercoli», Togliatti, de acelerar el paso de la revolución democrática burguesa, como premisa para la revolución socialista (pág. 241 y ss.) está correctamente reflejada. Pero, una vez más, es algo sabido. Lo que asombra a los críticos consensuales, bien sean del ABC cultural o de El País, es que Elorza no crea en la inocencia de los intelectuales que viajaron a la URSS en los años 30. La entrevista de Stalin con Alberti (otro personaje ensalzado de nuestra actualidad, no ya en la izquierda, sino en la derecha vergonzante, a la que, sin embargo, se sigue calificando de fascista) y M.ª Teresa León, es bien conocida, por lo grotesco del servilismo. Ante el «padre de los pueblos, el gran timonel», no es descubierta ahora la adulación que le profesa Alberti, por Elorza, sino que ya existía profusa documentación. Lo que asombra a Elorza es haber encontrado en los archivos de Moscú lo que ya había sido revelado por otras fuentes.

La detención, secuestro y asesinato de Andrés Nin, al que Trotsky consideraba desviacionista, y su tortura por la policía staliniana que actuaba con total impunidad en la España «republicana», es conocida de antiguo. Lo que aporta Queridos camaradas, son precisiones sobre puntos oscuros; pero no algo inédito. «El País», en su comentario apologético del libro, lo presenta como una revelación.

El reconocimiento de que José Díaz pasa a ocupar la secretaría general del partido comunista español, pero que el efectivo titular era el argentino Victorio Codovila, es cierto; pero esto ya lo había señalado mucho antes Francisco Félix Montiel en varias de sus obras.

Stepanov, instando al dominio comunista sobre el partido socialista bajo pretexto de unificación, adquiere su verdadero realce en la dirección de la política española (pág. 395) durante la II República.

Resulta de innegable interés que el futuro de España se subordinaba, a partir de 1938, a los proyectos mundiales de la URSS. La última obra de Montiel Un coronel llamado Segismundo ya ofrecía datos abrumadores. La subordinación de Dolores Ibarruri a Stepanov aparece innegable, y la reducción del Frente Popular a mero avalista de la política soviética (pág. 45).

Reconoce que las Brigadas Internacionales se mueven (pág. 462) sobre un doble eje de coordenadas en el que se cruzan las necesidades militares con las conveniencias de la política exterior de la URSS.

Los autores narran hechos indudables; pero la apertura de los archivos, como hemos insistido con Volkogonov, aporta datos complementarios, pero rara vez inéditos.

Dada la permanente variabilidad del carácter staliniano, en parte por su innata desconfianza y, en los años finales de su vida, por su paranoia, la rectificación de la historia era una constante. Pero esto no afectaba sólo a los manuales, donde si ayer Riazanov o Bujarin eran ardientes revolucionarios y compañeros de armas del camarada, hoy pasaban a ser «víboras lúbricas», «Monstruos inhumanos», «perros rabiosos», para los que la pena de muerte era poco castigo.

Además de las consignas dadas en el seno del aparato -secretas y, por tanto, no accesibles-, se transmitían órdenes exclusivamente verbales en numerosos casos. Especialmente si afectaban a la liquidación de enemigos políticos, ayer combatientes ardientes por el socialismo y hoy traidores. Así mismo las consignas de cambios de orientaciones políticas, afectando a grandes maniobras, eran a veces orientaciones verbales transmitidas por Stepanov, o Togliatti, o Güero, según órdenes del propio Stalin.

El libro tiene el interés de confirmar o de aclarar, incluso de ampliar información. Pero solamente para «progresistas» indocumentados puede parecer algo sorprendente y destinado a redefinir un periodo trágico de la historia no sólo de España, sino de la Internacional comunista en su conjunto.


Angel Maestro

LOS MILITARES ANTE EL FRENTE POPULAR

LOS MILITARES ANTE EL FRENTE POPULAR

Sobre las conspiraciones militares, dijo en enero del 36 el político Álvarez Mendizábal, ministro de Portela: "Yo, durante la dictadura (de Primo de Rivera), he estado presente en todas cuantas conspiraciones se fraguaron, y ninguno de los militares comprometidos acudió nunca a cumplir su palabra. Es más de temer una reunión de camareros o de cocineras". Sin embargo, pronto iban a cobrar mayor enjundia.
Cuando el Frente Popular alcanzó el poder, el ejército se hallaba tan dividido como el resto de la sociedad. Había desde militares y policías que instruían a las milicias izquierdistas, hasta monárquicos o fascistas deseosos de acabar con el Frente Popular y con la república misma, pasando por una masa muy considerable dispuesta a obedecer a quien mandase, fuera quien fuere. Parte de los izquierdistas se agrupaban en la UMRA, Unión Militar Republicana Antifascista, de inspiración masónica en buena medida, y los conspiradores monárquicos en la UME, Unión Militar Española; ambas poco efectivas.

Tras las elecciones de febrero del 36, los militares y policías que habían defendido la legalidad constitucional en 1934 temieron por un momento serias represalias, pues las izquierdas propugnaban la amnistía para los sublevados y la persecución contra quienes los habían vencido. De hecho, como ya quedó indicado, la propaganda electoral del 36 giró especialmente sobre ese punto, acusando a las derechas de las mayores atrocidades, y en las calles los militares solían ser acosados, golpeados o insultados por las turbas. Sin embargo, la investigación judicial quedó rápidamente marginada tras las elecciones, reduciéndose todo a las detenciones del general López Ochoa, que había mandado la lucha en Asturias contra los revolucionarios, y de algún oficial de la Guardia Civil, seguidas ambas de una perezosa investigación judicial.

No había ningún misterio en ello. Una investigación abierta sólo pondría de relieve la falsedad o exageración de las acusaciones izquierdistas, y traería de nuevo a la escena las atrocidades cometidas a su vez por la izquierda. Gil-Robles exhortó varias veces al cumplimiento de las promesas de investigar las atrocidades derechistas, pero en vano. Éstas habían dejado de interesar al Frente Popular, una vez le habían servido para llegar al poder. Y así no hubo en el ejército otros cambios que los destinados a asegurar en los puestos de mando clave a militares y policías de izquierdas y poner bajo vigilancia a los de derechas. Una de esas medidas consistió en alejar a Franco a las Islas Canarias, donde tendría poca posibilidad de maquinar. El general acudió a ver a Azaña y, pensando sin duda, como la CEDA, que el político terminaría oponiéndose a los planes revolucionarios de sus aliados, le advirtió: "Hacen ustedes mal en alejarme, porque yo en Madrid podría ser más útil al Ejército y a la tranquilidad de España". Pero Azaña le replicó con una clara amenaza: "No temo a las sublevaciones. Lo de Sanjurjo lo supe y pude haberlo evitado, pero preferí verlo fracasar".

La conciencia de que habían conseguido el poder los mismos del 34, mantenía en vilo a muchos militares. El 8 de marzo, poco antes de salir para Canarias, Franco se reunió con otros generales, con vistas a un alzamiento "que evite la ruina y la desmembración de la patria". Unos pensaban en la monarquía, otros en mantener la república, pero Franco, según parece, impuso dos condiciones: "el movimiento sólo se desencadenará en el caso de que las circunstancias lo hiciesen absolutamente necesario", y no sería republicano ni monárquico, sino, simplemente "por España".

Pero el futuro Caudillo no estaba en condiciones de dirigir la conjura, e iba a pesar poco en ella. Aunque otros generales le hablaban con gran optimismo sobre los planes de golpe, él era más bien pesimista: "Me daba cuenta de que el movimiento militar iba a ser reprimido con la mayor energía". Conocedor de sus colegas, temía una acción mal organizada o prematura, que diera la victoria definitiva a la revolución.

Desde luego, la conspiración distaba mucho de estar bien organizada. La dirigía, al menos nominalmente, el general Sanjurjo, cuyas nulas habilidades conspirativas habían quedado bien manifiestas en su intentona de agosto de 1932. Y el gobierno vigilaba a la mayoría de sus integrantes, controlaba sus teléfonos, desbarataba sus medidas con cambios de destino, arrestos, etc. Azaña estaba convencido de que la sanjurjada iba a repetirse, dándole ocasión de aplastar a la derecha de una vez por todas.

Solo hacia finales de abril cobró la conjura mayor consistencia, al hacerse cargo de ella el republicano Mola. El gobierno lo había enviado a Pamplona, con la idea de que sus ideas chocarían con las de los monárquicos carlistas predominantes en la región; pero poco a poco, y no sin roces desesperantes, Mola había ido poniéndose de acuerdo con ellos. Al contrario que los socialistas de 1934, que preveían una guerra civil, Mola pensaba en una acción muy violenta, pero breve y decisiva, para evitar tal guerra. Planeaba instaurar luego una dictadura militar republicana y transitoria, que asegurase el orden, y permaneciese un tiempo tutelando al poder civil.

Las relaciones de los conspiradores con los partidos de derecha no eran muy satisfactorias. Los carlistas exigían la monarquía y los falangistas mostraban poco afecto a la monarquía y desconfiaban de los militares. La CEDA permaneció básicamente al margen, y solo a última hora apoyó Gil-Robles el golpe. Calvo Sotelo parece haber tenido conocimiento externo de los preparativos, sin participar en ellos. De todas formas, y salvo en Navarra, sería la organización militar la decisiva.

Entre los militares había serias dudas. La mayoría tenía conciencia de los enormes riesgos de la empresa, y no debía de mostrar mucha seguridad. Serrano Súñer describirá a uno de los comprometidos principales, Valentín Galarza, "el técnico", como mal informado, confuso y escaso de ánimo. En cambio se les unió un personaje tan resuelto como Queipo de Llano, viejo republicano, que tenía la ventaja de poder moverse con facilidad por el país, como jefe de los carabineros, y así enlazar a los jefes de las guarniciones comprometidos. Unos creían que había ya motivos de sobra para sublevarse cuanto antes, y otros mantenían alguna esperanza en la acción de los políticos: Mola representaba la primera postura, y Franco la segunda. De hecho, en un momento tan avanzado como el 23 de junio, Franco escribió una carta a Casares cuyo sentido evidente consistía en incitar al político a tomar él mismo medidas contra el deterioro de la situación. La actitud de Franco desesperaba a veces a sus compañeros.

A su vez, la actitud del gobierno desesperaba también a diversos izquierdistas, en particular a Prieto, que tenía bastante información sobre los preparativos del golpe y exigía su rápida desarticulación, al igual que los comunistas y otros. Ya en mayo el líder socialista había sostenido al respecto una agria discusión con Casares. Éste le explicó: "Todo eso que ustedes me cuentan y mucho más lo sabe el gobierno, y lo que yo quiero es que se echen a la calle de una vez para yugular la rebelión. Esta vez no vamos a quedarnos en una expropiación de bienes, como cuando la rebelión del general Sanjurjo". Pero Prieto no se dejó convencer, y salió furioso de la entrevista. Sentía crecer el peligro y no confiaba en las medidas del gobierno.

A principios de julio, Mola señalaba que "todo está en marcha y no ha de cundir el desaliento", pero que "el entusiasmo por la causa no ha llegado todavía al grado de exaltación necesario", existiendo aún "insensatos que creen posible la convivencia con los representantes de las masas que mediatizan al Frente Popular". Uno de éstos, un político de la CEDA, había echado por tierra sus planes en Valencia. Por fin, aprovechando los sanfermines como cobertura, los conjurados decidieron sublevarse el 14 de julio. Pero el día 10 varios jefes carlistas rompían con Mola, al no aceptar éste la bandera española tradicional, la disolución de los partidos y unas Cortes corporativas. Mola, desesperado, pensó en fusilar al carlista Fal Conde o en suicidarse. El día 12, nuevas gestiones terminaron sin avenencia. Y para colmo, ese mismo día, Franco, que había aceptado los planes anteriores, recomendaba aplazarlos a última hora. En el momento decisivo, el complicado artificio construido por Mola parecía a punto de venirse abajo, y los testigos han mencionado la mezcla de furia y desánimo en que se debatía "el director".

Pero en la noche de ese mismo día 12 caía asesinado Calvo Sotelo, y las vacilaciones entre los conjurados iban a desaparecer de un soplo. Como ha indicado Stanley Payne, para ellos se había vuelto mucho más peligroso no sublevarse que sublevarse.

Pío Moa

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ANIVERSARIO DEL BOMBARDEO DEL FRENTE POPULAR CONTRA LA CIUDAD DE CÁDIZ

ANIVERSARIO DEL BOMBARDEO DEL FRENTE POPULAR CONTRA LA CIUDAD DE CÁDIZ

Dicho bombardeo frentepopulista causó víctimas entre la población civil de Cádiz, teniendo lugar el día 7 de Agosto de 1936. Fue a cargo del destructor "Almirante Valdés". Un buque perteneciente a la Escuadra Roja que operaba en el Estrecho y en el que se encontraban detenidos, en el sollado de fogoneros, cinco de sus oficiales, los cuales serían asesinados en el mismo buque una semana después. Lo mandaba el Capitán de Máquinas Santiago López Jiménez.

El día 25 del mismo mes, Cádiz sufrió el ataque aéreo con el resultado más sangriento de todos los que tuvo que soportar durante la guerra. Lo llevaron a cabo dos aviones "Breguet XIX" pertenecientes a la 10ª Escuadrilla del Grupo 21 de la 1ª Escuadra de Aviación. Procedían del Aeródromo de Andujar (Jaén) y como eran bombarderos diurnos que no disponían de radio ni de goniómetro, tenían que operar normalmente de día y utilizar accidentes del terreno fácilmente identificables para poder llegar a sus objetivos y después volver a su base de partida. Es por ello que para llegar a Cádiz siguieron el curso del río Guadalquivir y luego se limitaron a bordear la costa.

Estos son los bombardeos que a continuación relataré.

Bombardeo del destructor "Almirante Valdés".

A las 8,00 horas del Viernes día 7 de Agosto de 1936, el destructor "Almirante Valdés" apareció frente a Torregorda situado lejos del alcance de las baterías de la plaza. Poco tiempo después sus piezas Vickers de calibre 120/45 mm. hicieron fuego contra la ciudad. Los cañones situados en el Polígono de Torregorda,, mandados por el Capitán Julián López Cabrera, rompieron el fuego contra el destructor aún sabiendo lo inútil de la acción debido a su corto alcance.

Al escuchar los cañonazos, muchos gaditanos se asomaron a las murallas y se subieron a las azoteas de las casas para curiosear y ver el cañoneo. Lo hicieron confiados porque ya había habido con anterioridad dos bombardeos navales y ninguno había tenido consecuencias. La prensa propia decía que los bombardeos de los barcos rojos eran "saludos al cañón". Además, y ello era visible, tiraban desde muy lejos temerosos de ser alcanzados por las baterías de costa.

Los primeros proyectiles cayeron en el agua. Uno de ellos, en la dársena interior próxima al Depósito Franco. Sus víctimas fueron una gran cantidad de peces que aparecieron flotando sobre el agua. Pero otro cayó sobre la torre existente en la azotea de la casa número 10 de la calle Pasquín, finca propiedad de José Luis Lacave. Un casco de metralla alcanzó al vecino Fernando Domínguez Rodríguez. Quedó muerto en el acto. Otros siete vecinos que se hallaban en la azotea fueron heridos por la metralla y los materiales arrancados por la explosión.

Teófilo Bravo, que resultó herido en ambas piernas tuvo que ser ingresado en el Hospital Mora con pronóstico grave. Los otros seis, con heridas de carácter leve fueron atendidos en la casa de la Asistencia Pública más cercana que estaba en el número 10 de la calle Compañía.

Al aparecer un aparato de la aviación nacional, el destructor se alejó siendo perseguido por el mismo.

Bombardeo de dos aviones " Breguet XIX".

A las 11,30 horas del Martes día 25 de Agosto de 1936, dos aviones aparecieron frente a la Alameda de Apodaca volando a gran altura. Antes de sobrevolar la muralla arrojaron varias bombas. La primera de ellas cayó muy próxima a la balaustrada, junto a una caseta situada frente a la calle Isabel La Católica, construcción que había formado parte en su día de las defensas de las murallas de San Carlos, y que por entonces era utilizada por un sillero para la realización de sus faenas. La bomba cayó muy próxima a la misma matando al sillero, José García Barrera, que en esos momentos se hallaba trabajando. La metralla alcanzó también a un muchacho de 14 años, Ramón Sánchez Gey, que asomado a la balaustrada curioseaba la evolución de los aviones. Le destrozó el costado derecho, falleciendo en el acto.

Conversando en un lugar muy próximo estaban José María Bensusan y Silóniz, Luis Álvarez Osorio y Bensusan, que eran primos, y un amigo de ambos, José Luis Lacave. Al ver caer la bomba corrieron hacia la casa número 24 de la Alameda de Apodaca, pero instantes después, una segunda bomba hizo explosión hiriendo de muerte a José María Bensusan y causándole lesiones graves en el brazo derecho a su primo Luis. Milagrosamente, José Luis Lacave resultó ileso. Una tercera bomba cayó en la Alameda. Fue víctima de ella José Guerrero Cabeza de Vaca, quien sufrió una gran herida por metralla en la cara anterior del muslo derecho, fractura abierta y conminuta con grandes destrozos musculares en todo el miembro superior derecho y gran herida penetrante en la región púbica con gran destrozo muscular. Falleció en el Hospital Mora.

La metralla de las bombas hirió también a varias personas que en esos momentos transitaban por dicho lugar y por la calle Isabel La Católica. Un basurero resultó ileso mientras que su volquete recibía varios impactos de trozos de metralla.

Dos bombas cayeron en el número 10 de la calle Fermín Salvochea, domicilio de Antonio Wagener, quien vivía en el mismo con su mujer y nueve hijos. Al encontrarse todos en una habitación donde bañaban a los niños y esta no resultar dañada, a pesar que una bomba cayó en una habitación contigua, todos salieron ilesos.

Otra cayó en el 2º piso del número 12 de la misma calle, en donde vivía Hermenegilda Pereira y su hijo Angel Reynares Pereira. La bomba rompió una viga del techo de la habitación en donde se encontraban y ésta al caer dio en la cabeza de Angel haciéndolo chocar contra la mesa donde estaba sentado. La mujer sufrió herida contusa en el parietal izquierdo y el hijo sufrió erosiones en distintas partes del cuerpo.

Otra bomba alcanzó la azotea del número 14 de la misma calle. Se supone que debía ser el objetivo militar del bombardeo de esa zona, pues en ella estaba situada el cuarto y la torre que servía de Estación de Radio-telegrafía de la Guardia Civil. La casa servía además de vivienda para varias familias de Guardias.. Curiosamente, en el 2º piso vivía el Sargento de la Guardia Civil Ramón Sánchez Herrada, padre de Ramón, el muchacho muerto en la Alameda. Todos resultaron ilesos.

Tras los primeros momentos de confusión, se produjo la reacción de la escasísima artillería antiaérea existente. Dos viejos cañones antiaéreos Vickers de 47/50 mm. comenzaron a hacer fuego contra los aviones. Uno estaba emplazado a popa del crucero "República", situado por entonces como batería flotante en la Punta de San Felipe, cuyos sirvientes estaban a las órdenes del Teniente Fernando Castellanos Pérez y el otro se había emplazado en tierra en el mismo lugar y lo mandaba el Capitán Vicente Barranco Soro..

Otra bomba fue a explosionar en la hoy plaza de España, donde alcanzó a Mercedes Benvenuty, de 15 años, quien fue herida de gravedad por metralla al nivel del triángulo de Scarpa con gran hemorragia. Falleció en el Hospital Mora.

A lo largo de la dirección que seguían los aviones fueron soltando bombas que cayeron en las Puertas de Tierra, sin víctimas, calle Tolosa Latour, en donde en el número 3 resultaron heridas cuatro personas, playa de Puntales, donde alcanzó a una persona, varón, que no pudo ser identificado y que falleció poco después cuando era trasladado al Hospital de San Juan de Dios y a Asunción Roquero Roquero, que murió por "Shock traumático por metralla". Por último, una bomba cayó en el mar dentro de la Bahía, recibiendo ya los aparatos el fuego de los modernos cañones Vickers AA. de 120/45 mm., modelo F, recién instalados en la Batería del Fuerte de La Cortadura.

Los aviones se perdieron hacia el Este volando a gran altura y dejando tras de sí un reguero de muertes inocentes. El balance de víctimas fue de siete muertos y veintiún heridos entre la población civil. No resultó afectada ninguna instalación militar.

Víctimas del bombardeo naval del 7 de agosto de 1936

Muertos:

Fernando Domínguez Rodríguez, de 36 años de edad, domiciliado en la calle Pasquín números 10, como todas las demás víctimas del bombardeo. Casado, con dos hijos pequeños que se encontraban enfermos de sarampión. Jardinero municipal. Falleció en el acto.

Heridos:

Teófilo Bravo, de 43 años, que resultó herido en ambas piernas. Fue ingresado en el Hospital Mora. Pronóstico grave.

Agustín Romero Núñez, de 29 años, casado, fotógrafo ambulante. Herido de carácter leve, fue atendido al igual que todos los demás heridos en la casa de la Asistencia Pública de la calle Compañía número 10.

Enrique Barrios Labrador, de 18 años, soltero. Herido de carácter leve.

Carmen Rodríguez Aragón, de 22 años, soltera. Herida de carácter leve.

Catalina Aragón Aragón, de 13 años. Resultó herida en la cara interna y tercio inferior de la pierna derecha.

María Aragón Aragón, de 11 años. Sufrió herida contusa en la región parietal derecha de carácter leve.

Juan Barrios Labrador, sufrió una herida de carácter leve.

Víctimas del bombardeo aéreo del día 25 de agosto de 1936

Las personas que resultaron heridas o algunas de las que fallecieron a causa del bombardeo fueron atendidas en diversos hospitales e instituciones sanitarias. A continuación se relacionan las víctimas agrupándolas en función de donde fueron atendidas:

Hospital de Mora

Félix Barrios, 77 años, domiciliado en la c/ Beato Diego de Cádiz nº 11. Herida de metralla en cabeza y en cadera derecha. Pronóstico reservado. Resultó herido en la calle Isabel La Católica.

Juan Caldelas Iglesias, 66 años, vecino de Puerto Real. Herida contusa de 4 cms. en el frontal. Pronóstico reservado. Fue herido en la Alameda.

Pedro Amador Collantes, 48 años, domiciliado en la c/ Teniente Andujar nº 38 y 40. Herida por metralla en la región escapular derecha.

Antonio Boada López, 33 años, domiciliado en la c/ Bendición de Dios nº 5. Erosiones en la pierna derecha y pie izquierdo por metralla.

Josefa Barea Jiménez, 25 años, domiciliada en la c/ Isabel La Católica nº 27. Herida por metralla en muslo derecho.

Mercedes Benvenuty, 15 años. Herida por metralla al nivel del triángulo de Scarpa con gran hemorragia. Pronóstico grave. Falleció en el Hospital.

Hospital de San Juan de Dios

Salvadora Reguera, domiciliada en la c/ Tolosa Latour nº 3. Fractura complicada de la tibia y del peroné.

Carmen Pedreño, domiciliada en la c/ Tolosa Latour nº 3. Herida contusa de 3 cm. en el escapular derecho y ambos brazos.

Magdalena Nieto, domiciliada en la c/ Tolosa Latour nº 3. Heridas en diversas partes del cuerpo.

Lucas López, domiciliado en la c/ Tolosa Latour nº 3. Erosiones en el brazo y muslo derecho.

Luis Álvarez Osorio y Bensusan, domiciliado en la c/ Alameda nº 3, casado, 11 hijos, abogado. Sufrió lesiones graves en el brazo derecho teniendo que serle amputado. Fue herido en la Alameda. Número registro de Alta en el Hospital 30.121.

José María Bensusan y Silóniz, 43 años, domiciliado en la plaza de la Constitución nº 2, casado, 4 hijos, abogado. Ingresó en estado preagónico, falleciendo en el Hospital. Resultó alcanzado por una bomba en la Alameda. Número registro de Alta en el Hospital 30.120.

Casa de Socorro de la calle Adriano. (Extramuros).

Ramón Pérez Rodríguez, 50 años, domiciliado en la calle Adriano nº 59. Sufrió erosiones en el brazo izquierdo.

José Santos Gallet, 30 años, domiciliado en la Avenida 14 de Abril de 1931 nº 11. Herida contusa de 3 cms. en un mentón.

Casa de Socorro (Caballeros Hospitalarios)

Hermenegilda Pereira, domiciliada en la c/ Fermín Salvochea nº 12, 2º. Sufrió herida contusa en el parietal izquierdo.

Ángel Reynares Pereira, 26 años, mismo domicilio, era hijo de la anterior, cobrador de arbitrios. Sufrió erosiones en distintas partes del cuerpo.

Juan Bernal Nieto, domiciliado en la c/ Dr. Zurita nº 2. Sufrió erosiones en la mano derecha.

Eduardo Iglesias Ríos, domiciliado en la c/ Bendición de Dios nº 12. Herido en la cabeza.

Carmen Gallego, de 9 años. Vivía cerca de la Fábrica de Torpedos. Resultó herida de metralla a nivel del pezón derecho, ambos muslos, pierna y brazo derecho.

José Guerrero Cabeza de Vaca, 27 años, era conocido como el Chele, domiciliado en la c/ Enrique de las Marinas nº 39. Trabajaba de dependiente en un despacho de la calle San José, y también vendía periódicos. Era jugador de fútbol. Iba por la Alameda cuando fue herido. Presentaba una gran herida por metralla en la cara anterior del muslo derecho, fractura abierta y conminuta con grandes destrozos musculares en todo el miembro superior derecho y gran herida penetrante en la región púbica con gran destrozo muscular. Fue trasladado al Hospital de Mora donde falleció.

Asistencia pública de la calle Compañía número 10

Salvador Barrera, artillero del Regimiento de Artillería de Costa nº 1 que transitaba casualmente por la calle Isabel La Católica. Sufrió una contusión en región escapular izquierda.

Eduardo Benítez, domiciliado en la c/ Virgili nº 3. Resultó herido de metralla en antebrazo izquierdo cuando transitaba por la Alameda.

Juan Rodríguez, domiciliado en la c/ San Isidro nº 1. Sufrió herida contusa de 3 cms. en pierna izquierda cuando pasaba por la calle Isabel La Católica.

José Quirós, domiciliado en la c/ Sto. Domingo nº 20. Resultó herido por metralla en rodilla izquierda cuando transitaba por la plaza de la República.

Además de los relacionados, resultaron muertos por el bombardeo:

Ramón Sánchez Gey, 14 años, domiciliado en la calle Fermín Salvochea número 14. Pertenecía a la Sección Infantil de la Falange (Balillas). Sufrió graves heridas en el costado derecho por casco de metralla. Falleció en el acto.

José García Barrera, muchacho sillero que se hallaba trabajando en la antigua construcción militar que existía en la Alameda frente a la calle Isabel La Católica. Falleció en el acto debido a shock traumático por metralla.

Asunción Roquero Roquero, con domicilio en la Avenida Marconi. Falleció por shock traumático por metralla.

Un varón no identificado al que alcanzó la bomba que estalló en Puntales causándoles lesiones de las que murió mientras era conducido al Hospital de San Juan de Dios.

¿Por qué ganó Franco?

¿Por qué ganó Franco?

Por Pío Moa

César Vidal continúa, con su gran sentido de la oportunidad, publicando libros que son otros tantos mazazos sobre las versiones de la Guerra Civil, cada vez más degradadas desde el punto de vista historiográfico, que venían imponiéndose desde la izquierda y con abundante aporte de fondos públicos. Imponiéndose con insolencia que hoy, cuando su quiebra comienza a hacerse evidente, nos parece increíble.
La cuestión de por qué ganó Franco la guerra venía siendo despachada por esa historiografía de tres al cuarto con referencias a la intervención alemana e italiana y a la "traición" de las democracias a la España "republicana", otra democracia perfectamente legítima, si hemos de dar crédito a tales historietas. Como político o militar, Franco no pasaría de ser un tiranuelo inepto y muy poco inteligente (aunque "astuto", con "astucia aldeana", etcétera), con lo cual los ilustrados republicanos habrían sido vencidos por una especie de idiota.
Salvo por algunas críticas contradictorias a la URSS, esta explicación recuperaba la más simplona de las propagandas puestas en marcha por la Comintern para consumo de las masas, y pretendía elevarla al rango de memoria consolidada y definitiva de la guerra… a pesar de que incluso en los años 30-40 los comunistas realizaban análisis bastante menos estúpidos, para su propia ilustración.
En años próximos estaremos en condiciones de valorar hasta qué punto decayó en los últimos veinte años la historiografía española, contaminada por la necedad y el sectarismo progresistas, que, entre otras hazañas, logró casi arrumbar de la universidad a autores muy superiores pero, a juicio de estas izquierdas, algo "reaccionarios", tales como los hermanos Salas Larrazábal, Bolloten, Martínez Bande o Ricardo de la Cierva. Afortunadamente, esa lamentable época está tocando a su fin.
El libro de Vidal empieza con un acierto clave, al encuadrar la guerra de España dentro de las guerras civiles causadas por los avances revolucionarios en Europa y en Méjico durante el primer tercio del siglo XX. Esto tiene la máxima importancia a la hora de enfocar de forma inteligible la guerra de España, que no tuvo nada que ver con un enfrentamiento entre democracia y fascismo, como viene pretendiendo una historiografía tan descaminada como políticamente interesada. Fue una pugna entre revolución y contrarrevolución, la más importante y sangrienta de la época si exceptuamos la guerra civil que siguió en Rusia a la toma del poder por Lenin.
Este enfoque nos permite eludir las mil contradicciones y el continuo forzamiento de los datos a que obliga la versión hasta hace poco predominante. Pues, ¿cómo podía una democracia componerse de comunistas, socialistas y anarquistas fundamentalmente, además de los racistas del PNV y los nacionalistas catalanes promotores de la guerra civil en 1934, o de unas izquierdas republicanas que nunca aceptaron unas elecciones adversas? ¿Cómo podían los supuestos demócratas practicar una política de exterminio contra la Iglesia que recuerda, si bien en proporciones menores, a la practicada por los nazis contra los judíos? ¿Y el pueblo? ¿No estaba la mitad del pueblo, por lo menos, del lado de sus "opresores fascistas"? ¿Y cómo lograron éstos ayudas de las democracias tan sustanciales como el petróleo de Usa (de una compañía useña)? Y así sucesivamente. Al final todo queda como una conspiración de traidores a la "república" española, tan modélica, según nos cuenta un buen número de intelectuales ignorantes o malintencionados que, "con orgullo, con modestia y con gratitud", la reivindican en un manifiesto reciente.
Las cosas quedan incomparablemente más claras con el enfoque de este libro. La democracia, en efecto, no jugó ningún papel en la guerra, porque el proyecto de una república de democracia liberal había sido hecho trizas en los años anteriores. La habían hecho trizas, precisamente, aquellas izquierdas que, tuteladas al final por Stalin, se presentaban en la guerra como republicanas y democráticas. A partir de ahí, la lucha se jugaba entre una salida totalitaria-revolucionaria y una dictadura autoritaria.
La cuestión de por qué ganó la segunda tiene interés, porque, en un principio y durante bastante tiempo, lo lógico habría sido su aplastamiento, dada la desproporción de fuerzas. Incluso cuando, contra toda expectativa, las escasas columnas de Franco llegaban a Madrid y estaban a punto de ganar la guerra en sólo cuatro o cinco meses, la situación no estuvo lejos de invertirse dramáticamente, con una derrota completa de los nacionales. Hasta entonces las aportaciones exteriores habían sido de escasa enjundia, pero ese fue el momento en que la intervención soviética se volvió masiva, dando pie a una intervención germano-italiana también masiva y a la sustitución de las columnas irregulares por la movilización general y la formación de grandes ejércitos, con sus brigadas, divisiones y cuerpos de ejército, empleo de masas considerables de aviones y carros, etc.
Vidal estudia las sucesivas campañas, ofensivas y contraofensivas hasta el final hundimiento del Frente Popular en medio de una guerra civil entre sus propias fuerzas, y examina las explicaciones que los vencidos dieron entonces de su derrota, algo más inteligentes que las simplezas con que hoy nos obsequian tantos historiadores. Tienen especial interés las observaciones de Prieto sobre las causas de la pérdida de la región cantábrica, a finales de 1937, que determinó el cambio definitivo en el cariz de la guerra, al pasar a Franco la superioridad material. Prieto insistía sobre todo en las rivalidades entre partidos, la actitud del PNV (y eso que no conocía en toda su amplitud la traición de éste), la insuficiente represión de retaguardia, el desprestigio del mando militar por los políticos, etc.
El análisis puede aplicarse al conjunto de la contienda, y, en realidad, todas esas causas podrían reducirse a la primera: el Frente Popular no había conseguido la unidad política y militar, la unidad de mando que sus contrarios sí habían alcanzado en los primeros meses de guerra, y por ello gran parte de su potencia se dispersaba en pugnas y sabotajes internos, y en la dificultad para aplicar los planes de forma disciplinada. Ello no significa que su conducción de la guerra fuese un continuo desastre: lograron formar un ejército potente y lanzar ofensivas bien diseñadas y muy peligrosas, gracias, sobre todo, a la creciente hegemonía comunista. Porque los comunistas fueron los únicos que tenían una verdadera estrategia general, política y militar, y, auxiliados por el común temor al enemigo, sometieron a sus aliados, a menudo con métodos terroristas, a una considerable unidad de acción, nunca suficiente, empero.
El general Rojo hizo también algunas precisiones acertadas en noviembre de 1938, aunque partiendo de un optimismo absolutamente desbocado sobre sus posibilidades de ganar la guerra a esas alturas. La cuestión básica era la "unidad absoluta en lo político y en la dirección de la guerra", de la cual derivarían la "disciplina absoluta" en el frente y la retaguardia, los abastecimientos, una reorganización militar y "social", y la importación de armamentos. Si todo aquello no era posible –y no lo era, salvo bajo la dictadura plena y desembozada de los comunistas–, Rojo propugnaba pedir la paz, con cuatro puntos, incluyendo la "entrega de las personas responsables".
Especial interés tiene su punto tercero: "Evacuación de la masa responsable para evitación de represalias". Se refería probablemente a los miles o decenas de miles de personas implicadas en el terror contra las derechas, y a las cuales pensaban los nacionales ajustar cuentas muy estrechas. Como es sabido, los dirigentes del Frente Popular se desentendieron por completo de esta elemental medida de protección de los suyos, a quienes dejaron completamente a merced de los nacionales. Sólo se preocuparon de asegurar su propia fuga y exilio, asegurado éste con inmensos tesoros expoliados al patrimonio artístico e histórico nacional y a particulares, incluyendo los bienes depositados por las familias pobres en los montes de piedad.
Esto no es una apreciación demagógica en modo alguno, sino un resumen preciso de los hechos. Con razón alude Vidal a la corrupción como uno de los factores de la derrota "republicana".
Como resume Vidal, las causas de la victoria franquista están muy lejos de las seudoexplicaciones propagandísticas tan en boga hasta hace poco. Consistieron básicamente en la unidad de mando; en el mucho mejor empleo de la ayuda extranjera, pagada además en condiciones mucho mejores que la del Frente Popular y sin el componente de corrupción que tuvo éste; en su mejor utilización de la baza diplomática; y en el factor moral y religioso, muy movilizador entre grandes masas de la población. Además, Franco, por estas cosas y otras, demostró ser un militar brillante, capaz de superar la situación casi desesperada del principio y de transformar las ofensivas enemigas en contraofensivas demoledoras. A menudo se le ha comparado, en contra suya, con Napoleón. No fue un Napoleón, en efecto, pero no debe olvidarse que Franco ganó su guerra, mientras que Napoleón terminó perdiendo las suyas.
Creo, en suma, que el libro de Vidal es una pésima noticia para los promotores de la falsificación de la historia, tanto como lo es buena para la historiografía seria, que, ya iba siendo hora, está desplazando por fin a las simplezas propagandísticas predominantes durante tanto tiempo.
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REVANCHA HISTÓRICA

REVANCHA HISTÓRICA

Ninguna sociedad sana precisa de leyes que interpreten la historia a gusto del gobernante de turno. Y ninguna necesidad había 70 años después de la guerra civil y 30 del advenimiento de la democracia en España de una norma que nos venga a decir por decreto qué bando era el bueno y cual el malo. De ello, por otro lado, ya se han ocupado los medios de propaganda de la progresía, día sí día también, durante estos últimos 30 años. Al parecer sin todo el éxito que hubieran deseado, -por algo será- cuando tienen que acudir a la fuerza del BOE para imponer su punto de vista.

La cuestión es que cuando ya hay dos generaciones por medio de aquellos tristes sucesos, el PSOE se saca de la maga una ley inspirada por la ultraizquierda que vuelve a dividir a los españoles en dos bandos y quiere un imposible y enfermizo ajuste de cuentas con unos hechos históricos de los que no fuimos protagonistas las generaciones actuales. Una ley instigada por gentuza totalitaria que parece que la única lección que han extraído de la guerra civil se reduce a que debieron haberla ganado entonces y por ello hoy deben borrar de la historia a quienes les vencieron. Porque no debemos olvidar que los partidos que hoy más claman por esa ley revanchista son partidos que en los años 30 eran profundamente antidemocraticos, como el PCE, cuyo comportamiento durante la guerra civil se basó única y exclusivamente en aniquilar a todo aquel que no pensase como ellos. Característica que por lo que se ve aún conservan en su ideario, en lo que debería hacernos reflexionar sobre su autentica conversión a la democracia.

Y es que en esta ley se basa en la sed de revancha y en el odio de unos fanáticos radicales de izquierda y nada en la idea de reconciliación y perdón. Una ley que nos viene a decir que la mitad de los españoles, los de derechas por supuesto, fueron muy malos y la otra mitad, la de izquierdas son los buenos. Una ley canallesca que pretende dividir a los españoles en demócratas y fascistas, oprimidos y explotadores o ricos y pobres, en un insulto a la inteligencia y, lo que es más grave, en un atentado contra la convivencia nacional.

Porque tras el machacón mensaje de buenos y malos se olvida la verdadera realidad histórica. Una realidad que pasa por el hecho de que en ambos bandos militaban gentes que lucharon honestamente por lo que consideraban una España mejor y más prospera para todos, y que también en ambos bandos se cometieron tremendas injusticias. Todo lo demás es basura propagandística.

Pero es esa misma basura, y no el horror de una guerra fraticida, lo que ha movido al ejecutivo a reabrir heridas del pasado en vez de instar a cerrar definitivamente una página negra de la historia de España, de la que la izquierda se debería sentir tan avergonzada, sino más, que la derecha por su comportamiento.

Pero la izquierda ha elegido babear su sectarismo sobre la sociedad con una ley discriminatoria, que además recorta inconstitucionalmente las libertades públicas al impedir el libre ejercicio del derecho de reunión o manifestación en un espacio público como el Valle de los Caídos por pura arbitrariedad ideológica.

Bien señores de la izquierda, ustedes sabrán lo que siembran. Pero la misma mitad de España que no se resignaba a morir en 1936, tampoco se resigna hoy a comulgar con sus ruedas de moler la historia.

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EL BANDOLERISMO CONTEMPORÁNEO

EL BANDOLERISMO CONTEMPORÁNEO

Otra secuela de la última guerra civil española (1936-39) es la aparición, de nuevo, del bandolerismo en los montes toledanos. La comarca durante toda la contienda había quedado en zona republicana hasta el final, separada de la zona nacional por el Tajo, por el frente de Extremadura al O. y por S. y el E. tuvieron abierto el territorio para comunicarse con Levante y con la parte más septentrional de Andalucía.

Los Montes de Toledo al concluir la guerra se convierten en un gran de refugio donde llegan milicianos de los frentes del Tajo, Extremadura y la Mancha, sirviendo de puente para huir unos a Portugal o simplemente de refugio ocasional para unos y permanente para otros. También llegan los evadidos de las prisiones improvisadas donde no era muy difícil la huida. A estos primeros refugiados se les denomina "huidos".

Fueron elementos con ideología marxista, politizados que pronto se alzaron con la jefatura de algunas partidas. Otros fueron gentes con graves delitos cometidos al principio de la guerra relacionados con los "paseos" fusilamientos indiscriminados por razones de ideología o religión, destrucción del patrimonio artístico, de la propiedad, etc...; también se cuenta entre los huidos restos del ejército republicano que no pudieron ponerse a salvo tras las fronteras y timoratos que aún no teniendo que responder por delitos graves también se refugiaron en los Montes. Al poco tiempo estos últimos se fueron entregando seguidos de algunos militares profesionales, que dando en la sierra grupos de marginados que se afianzaron en las zonas que les eran familiares y donde mejor podían subsistir. En un principio no les unió nada más que sus miedos comunes y la supervivencia. A partir de 1944 se arroparon con un barniz de guerrilla o resistencia con la esperanza de que la situación internacional apoyaría la "invasión comunista del Pirineo" en cuyo teórico avance contaría con el apoyo táctico de las agrupaciones guerrilleros organizadas por el partido comunista, El "maquis", como también se les conoció. Trata de organizarse en los Montes de Toledo con el llamado Ejército Guerrillero del Centro.

En 1945 quedaron organizadas dos agrupaciones de guerrilleros en Castilla la Nueva y Extremadura; la primera conocida como agrupación de Extremadura al Inundo del "comandante Carlos", compuesta por unos 120 hombres distribuidos en tres divisiones al mando de el Francis Carrillo y Quincoces que operaban entre las provincias de Cáceres y Toledo. La segunda agrupación nominada de los Montes de Toledo y comandada por Julio fue también fraccionada en tres divisiones al mando de Labija, el Manco y el comandante Honorio, con base de operaciones en la provincia de Ciudad Real. Esta organización sobrevivió con dificultades hasta 1947, año en que desapareció por bajas, deserciones y dispersión de los últimos componentes. En los Montes de Toledo tuvo poca incidencia, sin embargo fue el último reducto y donde encontraron la muerte sus últimos jefes: Honorio, el Manco y Parrala, al ser sorprendidos por la contrapartida en un chozo de la sierra del Carrizal, en término de Retuerta en 1949.

Munilla Gómez dice que "su actuación tuvo poco de guerrillera. Asesinatos, represalias, secuestros, atracos y robes, fueron su verdadera forma de acción y llevaron el temor por doquier".

Salvo el caso excepcional de la partida de el Francés que operó, más en Extremadura, en el campo del Arañuelo y Jara occidental toledana, las otras fueron de pocos componentes que realizaban sus acciones en grupos de cinco u ocho hombres e incluso en parejas, acusando un descenso en sus agrupaciones a medida que nos acercamos a los años cincuenta ya fuese por muerte o captura.

El equipo del huido era muy heterogéneo. Las armas procedían del ejército republicano, robes a guardas de fincas, Guardia Civil, ejército o paisanos. Este armamento ligero lo componían fusiles, mosquetones, subfusiles, escopetas, pistolas reglamentarias, bombas de mano, explosivos, detonadores y otro equipo auxiliar como gemelos, brújulas, mapas, no faltando alguna bandera republicana y material de abrigo.

Para erradicar este tipo de bandolerismo entre político y común luchó el, ejército y la Guardia Civil esta última institución a través de sus esquemas ordinarios de apostaderos, batidas, vigilancia, etc... y de servicios extraordinarios, con un cuerpo especial de infiltración conocido por "contrapartida". Entre ellos destacó por su arrojo el cabo Ruano, muerto en la sierra a manos de los huidos.

En 1954 desaparecen los últimos bandoleros. La evolución de huido, guerrillero y bandolero fue rápida debido a múltiples causas, entre ellas a la poca preparación militar, la falta de organización estable, de jefes capaces, de apoyos suficientes entre la población civil, los continuos fracasos, la indisciplina y su espíritu de sobrevivir más que de combatir.

Durante los doce años de la posguerra en los Montes de Toledo se vivió esta otra, solapada, bajo la tutela militar que sufrieron especialmente las zonas más agrestes y menos pobladas; pagando mayores costos sociales y económicos quienes vivían en y de la sierra como ganaderos, carboneros, transportistas. Pequeños agricultores y comerciantes.

 

ALGUNAS DE LAS PARTIDAS Y SUS PROTAGONISTAS

Una de las primeras partidas que conocemos de la posguerra es la de el Rubio de Navahermosa alias de Eugenio Sánchez natural de esta localidad. Fue terciero y estuvo vinculado a movimientos extremistas de izquierda. Su área de acción fue los montes cercanos a su pueblo donde incluso solía pernoctar. Capitanea una partida poco numerosa con gentes de la comarca. Dos de sus compañeros fueron capturados, ahorcándose uno en la cárcel de Navahermosa y otro ejecutado.

El Rubio fue descubierto en la noche del 5 de abril de 1942 cuando pretendía entrar clandestinamente en Navahermosa, por una patrulla del Somatén y muerto en el encuentro, su cuerpo estuvo expuesto en la plaza.

Otro huido que merodeó con algunos compañeros en la vertiente del Torcón y macizo del Corral de Cantos fue Valentín Gil alias el Chato, natural de La Puebla de Montalbán. Comenzó a realizar actividades de espionaje en la zona nacional; cuentan que fue reconocido en Zocodover disfrazado de sacerdote. Detenido por primera vez huyó de la cárcel de Navahermosa después de provocar un incendio.

Al poco tiempo, capturado de nuevo por la Guardia Civil en un molino del Torcón, se le juzgó y fusilo en abril de 1941. junto a las tapias del cementerio de Navahermosa.

La partida de Quincoces estaba encuadrada en el Ejército Guerrillero del Centro. Fue un caso de transformación de partidas de "huidos" en "guerrilleros políticos" para volver de nuevo a la delincuencia común. En 1944 llegaron a tomar un pequeño pueblo de Cáceres. Sus acciones más conocidas se desarrollaron entre Los Yébenes y la Jara. Cometieron numerosos robes, asaltos y varios secuestros. Esta partida fue diezmada por apresamientos y muertes, entre ellas la de sus dos hijos junto con algunos compañeros conocidos por el Calé el Acero, el Compadre, el Pepillo, el Resorte, Quijote Jopa y otros. Quincoces fue muerto por la Guardia Civil en termino de Valdelacasa de Tajo el 28 de diciembre de 1945: era natural de Aldeanueva de San Bartolomé.

Joaquin Cintas alias Chaqueta Larga natural de Fuenlabrada de los Montes, provincia de Badajoz, agrupo numerosos huidos afines a su ideología comunista, organizando una agrupación guerrillera disciplinada que recorrió Extremadura, la provincia de Toledo y el norte de Andalucía. Se evadió a Francia en 1948.

La partida de el Francés como le llamaron a Pedro Díaz fue una de las más numerosas: y organizadas que operaron en la zona más occidental de los Montes de Toledo, la Jara, Campo del Arañuelo y Cáceres. murió en julio de 1946.

Muy temida fue la partida de el Manco de Agudo como se conocía a José Méndez Jarramago de nacimiento. Militaban en ella también su padre, un hermano y hermana Sus acciones crueles son conocidas en todos los Montes de Toledo. Los secuestros, robes y asesinatos de esta partida se cuentan por las provincias de Toledo, Ciudad Real, Cáceres y Badajoz. El Manco de Agudo fue muerto en 1949. Con evadidos de las cárceles de Toledo y Ciudad Real se formo la partida de el Comandante o de Honorio como también se la conocía. Tuvo un carácter inicial político y estaba encuadrada en la segunda agrupación guerrillera de los Montes de Toledo. Los componentes del grupo procedían de esta comarca y del Valle de Alcudia en Ciudad Real. Su actividad fue conocida en Los Yébenes, Retuerta. San Pablo y en la zona central de la cordillera. Los enfrentamientos con la Guardia Civil les produjeron numerosas bajas. Esta partida secuestró y degolló al farmacéutico de Ventas con Peña Aguilera, que ocupaba la alcaldía de esta población. Su jefe se fugó, a Francia, en 1949.

Las últimas partidas de bandoleros de los Montes de Toledo que sobrevivieron con muy pocos componentes fueron las de el Cuquillo que operaba principalmente en la Jara, a quien mataron en 1950 y la de el Veneno, Francisco Blancas, que a principios de los años cincuenta aún se le perseguía por Los Yébenes. Conocemos su última acción por el año 1953 en termino de Retuerta. Consiguió fugarse a Francia.

 

BIBLIOGRAFÍA Y FUENTES CONSULTADAS

AGUADO Sánchez, F.: "Antecedentes históricos del cuerpo de la Guardia Civil. Revista de Estudios Históricos de la Guardia Civil, 2 (1968). El maquis en España, Madrid, 1975.

ALIA MIRANDA F.: La guerra civil en Retaguardia. Ciudad Real ( 1936-1939) Biblioteca Autores manchegos. Diputación provincial Ciudad Real.

ARCHIVO Judicial de Navahermosa. Libros de fallecidos 1939-1945.

ARCHIVO de la Santa Caridad. Parroquia de Santa Justa y Rufina. Toledo.

J, KAISER C.: La guerrilla antifranquista. Historia del maquis. Ed. 99. Madrid, 1976.

MUNILLA GÓMEZ, E.: "Consecuencia de la lucha de la Guardia Civil contra el bandolerismo en el periodo 1943 -52". Revista de Estudios Históricos de la Guardia Civil, 2 (1968)

PALENCIA FLORES C.: Museo de la Santa Hermandad de Toledo. Toledo, 1958.

PONS PRADES, E.: Guerrillas españolas. 1936-1960. Edición Planeta. Barcelona, 1977.

PROYECTO DE LEY DE LA MEMORIA HISTÓRICA.

PROYECTO DE LEY DE LA MEMORIA HISTÓRICA.

(Libertad Digital)

El Gobierno permitirá abrir tumbas, retirará símbolos y convertirá el Valle de los Caídos en "Memorial de la Libertad".
El Gobierno regulará la exhumación de huesos humanos de la Guerra Civil, incrementará las ayudas a las víctimas, impulsará la retirada de "símbolos franquistas" y convertirá el Valle de Los Caídos en un "Memorial de la Libertad". Son algunas de las medidas previstas en el proyecto de Ley de la Memoria Histórica, que el Gobierno aprobará este mes, según ha adelantado El Periódico de Cataluña, citando fuentes de La Moncloa . Sin embargo, el proyecto legislativo no revoca los Consejos de Guerra y los juicios del franquismo. El Gobierno, guiado por expertos y hasta por el Fiscal del Estado, ha comprendido que sería un disparate jurídico "altamente contraproducente" satisfacer esta promesa que Zapatero hizo a Maragall y a ERC.
El proyecto de Ley de la Memoria Histórica se dará a conocer por el Gobierno en los próximos días, coincidiendo con el 70 aniversario del alzamiento contra la II República liderado por el general Franco. Según El Periódico de Cataluña, el texto legal ya está listo e incluirá medidas como la retirada de los "símbolos franquistas", la exhumación de cadáveres, la "sistematización y mejora" de las ayudas económicas a las víctimas de la Guerra y la transformación del Valle de los Caídos en un "Memorial de la Libertad".
El proyecto responde a una promesa de Zapatero a Maragall, que, poco tiempo después de la llegada de aquél a La Moncloa, le pidió una "restitución pública de la honorabilidad" de Luis Companys, incluida la anulación de su Consejo de Guerra.
El Gobierno ya pregonó en marzo de 2005 una primera regulación de las ayudas a los conocidos como "niños de la Guerra". Menos de un año después, en enero de 2006, los beneficiarios de estas pensiones denunciaron que habían dejado de cobrarlas a los pocos meses de que el Gobierno socialista las presentase a la Prensa. "El Gobierno español no cumple sus promesas", dijo entonces Juan Rodríguez Ania, apodado Ania El Ruso, ovetense de 77 años, que ironizó con la posibilidad de que, a su edad, "las pensiones, al final, lleguen al cielo".
El Gobierno ha dado marcha atrás, sin embargo, en la promesa de Zapatero de reabrir las causas judiciales del franquismo y anular sus sentencias. Fue una petición de Maragall al presidente, nada más llegar éste a La Moncloa. El catalán y sus socios de la ERC buscaban la "restitución pública de la honorabilidad" de Companys, según explica El Periódico, "incluida la anulación de su consejo de guerra". El mismo diario señala que Maragall le recordó a Zapatero esta promesa el pasado 22 de junio.
El presidente ha presumido este mismo sábado, en Baleares, de "cumplir siempre con la palabra dada, hasta las últimas consecuencias".
El consejo de expertos juristas, entre otros, del Fiscal General del Estado, ha hecho desistir a Zapatero de una iniciativa jurídicamente inviable y políticamente aparejada a consecuencias imprevisibles. El Periódico resume un dictamen encargado por Conde-Pumpido a Fernando Herrero-Tejedor, fiscal de la Sala Militar del Supremo, que consideró "altamente contraproducente" la revisión de los consejos de guerra, y argumentó que con ello se reabrirán las heridas, "totalmente cicatrizadas", de la Guerra Civil.
ERC no lo respaldará
La reacción de ERC al proyecto adelantado por El Periódico no se ha hecho esperar. El portavoz de los independentistas, Joan Tardá, aseguró este sábado que "nunca daremos apoyo si no anula todas las causas sumarísimas del franquismo, especialmente la del presidente Lluís Companys, que fue fusilado por ser presidente de la Generalitat".
El portavoz de ERC recordó al gobierno de Zapatero que esta ley era uno de los compromisos de la legislatura y aseguró que después de dos años "no permitiremos más retrasos y ni mucho menos un reconocimiento aguado de las víctimas del franquismo".
Tardà además advirtió que si el gobierno del PSOE no modifica el proyecto de ley, pedirá a los cargos electos catalanes que no acudan al acto previsto por Zapatero para presentar el proyecto de ley en Catalunya.

PORQUE HAY OTRA MEMORIA...

PORQUE HAY OTRA MEMORIA...

En Madrid, el próximo miércoles, 19 de julio, a las 21:00 horas; junto al Templo de Debod, c/ Ferraz se celebrará un sentido homenaje en memoria de los Caídos del Cuartel de la Montaña; algunos muertos en combate, pero la gran mayoría, tras rendirse, asesinados sin piedad por los milicianos del Frente Popular, también un 19 de julio pero de 1936, comenzada la Guerra Civil Española.

Dicho acto es convocado por la Hermandad Nacional de la Vieja Guardia y por La Falange.

Desde LA OTRA MEMORIA apoyamos este acto de recuperación de nuestra historia reciente.

¡Por la Memoria!